La lectura hablaba de los orden y que en primer lugar, contar con un
modelo de cognición histórica sólido y basado en el empleo de conceptos
organizativos y en las formas de investigación propias de la disciplina, debe
ser claro y comunicable, al igual mantener abiertos los caminos hacia la
complejidad.
Los conceptos de primer orden comprenden los procesos históricos
concretos que se han desarrollado a lo largo del tiempo en diversas latitudes y
espacios sociales;en México, estos conceptos de primer orden constituyen aún la
matriz de planes y programas de estudio de innumerables currícula escolares
que, no obstante su predominio, muestran una tendencia a la transformación, por
lo menos en el terreno de la educación básica y de la formación de docentes.
Se refieren a los significados específicos que adquieren algunos
términos convencionales como “Revolución”, “Estado”, “Rey”, “Independencia”,
“Gobernante” en contextos específicos y, por lo tanto, diferenciados.
Los conceptos de primer orden constituyen significados que se despliegan
a partir de contextos específicos y apoyan un manejo preciso de los contenidos
históricos.
Los conceptos históricos de segundo, pueden definirse como nociones
que “proveen las herramientas de comprensión de la historia como una disciplina
o forma de conocimiento específica... estos conceptos le dan forma a lo que
hacemos en historia”; se encuentran los siguientes: tiempo histórico
(espacio- tiempo, procesos y actores), cambio y
permanencia, causalidad, evidencias históricas, relevancia y empatía.
El concepto estelar “entre historiadores” es el de tiempo histórico ya
que sin él no es posible “historizar” (otorgarle densidad histórica) ningún
proceso, objeto o personaje ya que fuera de él no podrían tener lugar. el
tiempo histórico implica siempre una relación entre el espacio y el tiempo pues ambas dimensiones son in disociables.
El pasado, como señala Eric Hobsbawm (Hobsbawm, 2006), es un mundo
para viajeros pues implica un permanente encuentro con territorios desconocidos
que se transforman permanentemente. Justamente, esta idea del cambio le hace
concebir al ave migratoria como una gran metáfora de la historia que él concibe
como una disciplina en búsqueda permanente de nuevos confines que explorar.
La empatía en historia tiene que ver con el supuesto de que la gente que
vivió en el pasado no pensaba ni actuaba como nosotros y, por esta razón, al
explicar los procesos en los que tomaron parte (ya fuese de manera individual o
colectiva) es necesario hacerlo a la luz de sus propias miradas y no
de las nuestras. Ello no implica penetrar la mente de los otros sino tener la
capacidad de comprender ideas totalmente distintas de las nuestras. A
partir de nuestras fuentes, un ejercicio empático nos permite
inferir los puntos de vista de los actores involucrados y, a partir de este
conocimiento, explicar lo que ellos hicieron.
La idea de causualidad se asocia a la de cambio en la medida en que se
identifica con procesos que rompen con el continuom de la vida
cotidiana. No obstante, las causas desencadenantes de estos procesos no
constituyen “eslabones “ de “cadenas” de eventos lineales sino hacen parte de
redes complejas que interactúan directa e indirectamente de manera simultánea
para producir conjuntos de procesos que no ocurrirían si esta retícula no se
hubiese puesto en movimiento. Pero no todos los procesos históricos son
consecuencias de causas identificables y algunos eventos pudieron tener
desenlaces alternativos que fracasaron pero que tuvieron las mismas causas que
aquellos que tuvieron lugar
El manejo de fuentes primarias son las herramientas básicas a partir de
las cuales es posible inferir lo que ocurrió en el pasado y por qué sucedió de
esa manera.
El concepto de relevancia histórica implica preguntarnos ¿qué y quién,
del pasado, vale la pena ser recordado y estudiado tomando en cuenta que no
podemos estudiar ni todo ni a todos?
Para responder a estas cuestiones de manera sistemática es necesario
establecer criterios que nos permitan realizar elecciones racionales.
Según Peter Seixas (Seixas & Peck, 2011) , es
relevante:
El evento/persona/proceso que tuvo profundas consecuencias,
para mucha gente, durante un largo periodo de tiempo y
El evento/persona/proceso que fue importante en
algún punto de la historia dentro de la memoria colectiva de un grupo o grupos
y que permite develar pasajes que de otra manera permanecerían en zonas de
penumbra o de franca invisibilidad.
Este criterio implica reconocer a la vida cotidiana y la continuidad
histórica, la historia local y regional así como los procesos coyunturales o de
corta duración como cuestiones dignas de ser estudiadas y reconocidas como
objetos históricos susceptibles de investigación. También permite abordar
movimientos derrotados o alternativos o bien aspectos que tradicionalmente
fueron dejados de lado por las grandes “historias nacionales” o “universales”
como las culturas indígenas en el caso de México, la participación de las
mujeres en la historia o de las maestras y las niñas en el campo específico de
la historia de la educación.
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